sábado, septiembre 17, 2005

Una Asamblea de Bestias, Parte II

El Primer Trago Fatal
En muchos casos, uno recibe el primer trago de sangre la noche en que se convierte en vampiro... en uno de la "Estirpe", como nos gusta llamarnos. El proceso recibe el nombre de "Abrazo" y tiene dos fases distintas y bastante difíciles. En la primera, el vampiro que quiere crear progenie bebe hasta la última gota de sangre de su futuro "chiquillo". No es diferente de la alimentación normal, salvo por el hecho de que no hace falta preocuparse de borrar los recuerdos o disponer del cadáver. Además, acabas realmente lleno. La diferencia llega después.
Cuando la última gota de sangre ha abandonado el cuerpo, el vampiro "padre" (el término técnico es "sire", si te interesa) devuelve parte de la sangre robada. Se muerde el labio, o la muñeca, o lo que sea, y deja que algo de su vitae pase a la boca de la víctima. Suponiendo que el mortal no se resista al proceso (pocos lo hacen, créeme) y que el "sire" no se haya retrasado al dar su regalo, la sangre desciende por la garganta del moribundo y hace que resucite como vampiro.
Suena sencillo, ¿No? La verdad es, como siempre ocurre, más complicada. Mi propio Abrazo podría parecer el epitome del lujurioso esplendor romántico que tu época ha atribuido a mi especie, e incluso así me estremezco aterrado al recordarlo. Todos los ingredientes del romance estaban presentes (el boudoir iluminado por las velas, las copas de vino a medio beber, el palpitante pecho de mi dama); parecíamos estar en las páginas de una novela. Caímos sobre la cama y, en la culminación de la pasión, hundió los colmillos en mi cuello. Entre el placer del momento y el de su alimentación (sí, es bastante placentero para los mortales, hasta el punto que algunos se vuelven adictos) estuve encantado de dejarme llevar. Recuerdo haber pensado que, después de todo, mi madre había tenido razón: las malas mujeres serían mi muerte. Incluso recuerdo cómo reí mientras mi sire me bebía la vida.
Y entonces, mientras estaba allí sentado observando aquella puerta oscilante abierta ante mí, mientras mi alma daba sus primeros y vacilantes pasos hacia el Cielo, ella se abrió la muñeca tranquilamente y derramó el vitriolo de la vida eterna por mi garganta. Puedes burlarte de mí por no rechazar lo que se me ofrecía, pero la vida es dulce incluso frente al rostro de la Gracia. Su sangre me quemó al pasar por mis labios y mi garganta, y me encontré queriendo vivir. El dolor causado por la sangre era la prueba de que estaba vivo y, cuando fue obvio que no la cruzaría, la puerta resplandeciente se desvaneció con un sentimiento de inefable tristeza, dejándome con mi sire y un ansia asesina. Por fortuna, mi maestra fue tan gentil como para atenderme durante el cambio: había seducido a mi mejor amigo antes de hacerse conmigo, dejándole en una habitación contigua como un alcaudón alimentando a su cría. Mientras sentía morir mi cuerpo célula a célula, él yacía sin sentido esperando mi hambre.
Ah, sí, el hambre de la creación. Esa pequeña cantidad de sangre que el sire usa para otorgar el Abrazo no es mucha... unas pocas gotas con más sentido místico que nutricio. No proporcionan alimento suficiente para satisfacer el hambre de un vampiro recién creado, así que al nuevo chiquillo le conviene rezar porque su sire haya preparado unas pocas botellas o, mejor, unos pocos cuerpos para el momento. He contemplado el horror de los Vástagos recién Abrazados entregándose a esa hambre incontrolable y haciendo pedazos a quien estuviera cerca. Cuando la sed te embarga haces lo que sea por saciarla. Mataras a tu amante, a tu hijo, a tu padre o a tu sacerdote para ello, y te sentirás feliz... al menos mientras dure el frenesí.
Éste es el punto, querida. Porque no importa el tiempo que hayas pasado en frenesí ni lo que lo provocó (miedo o hambre o dolor o rabia); no importa cuanto tiempo hayas cedido al animal dentro de ti: no puedes controlar lo que haces y siempre acaba saliendo. Y es entonces cuando debes enfrentarte a las consecuencias de lo que hiciste cuando el animal estaba al mando. Y el primer frenesí no es nunca el último. Uno podría pensar que con la experiencia se va haciendo mas fácil superar esa perdida de control, pero no se podría estar más equivocado.


La Bestia
El lado animal de un vampiro recibe el nombre de la Bestia (en lo que es, sospecho, un intento de satanizarlo mediante la disociación). Por desgracia, darle a esa hambre monstruosa un nombre distinto no basta para calmarla. Al final la Bestia siempre vence, me han dicho. Si alguien sobrevive el tiempo suficiente como vampiro se ve forzado por su misma naturaleza a hacer cosas obscenas. Y acaba acostumbrándose a esas atrocidades y pasando a otras mayores, y lo que fuera humano en el vampiro acaba por morir. Cuando desaparece el último resto de humanidad de un Vástago (y te aseguro que muere después de ver desaparecer a tantos amigos, seres queridos y descendientes) la Bestia se impone para siempre. El vampiro se convierte en un animal. Si llegas a ese punto lo más probable es que ni siquiera te des cuenta cuando te maten como a un perro rabioso.
Si tienes fuerza de voluntad y una decente conciencia del yo puedes aguantar décadas, siglos, incluso. He oído hablar de un vampiro que tiene más de dos mil años. Pero nunca, nunca estarás libre del miedo al triunfo de la Bestia, y ese miedo es lo que utilizará la bestia para controlarte.
Por supuesto, la mejor manera de combatir a ese demonio es mantenerse en forma, lo que incluye una alimentación regular. De nuevo, eso quiere decir que tarde o temprano empezarás a matar ganado (mortales, perdona de nuevo) y que cuanto más ganado mates, más fácil te resultará hacerlo. La Bestia también gana de esta forma. Aunque no quieras hacerlo, aunque el proceso comience por accidente, tarde o temprano te acostumbraras a la visión de un cadáver a tus pies. Tras el décimo, el centésimo, el milésimo o lo que sea, deja de ser una persona y se convierte en un objeto, un recipiente. Una nota a pie de pagina en tu historia. Y tú, en ese momento, dejas de ser remotamente humano.

De Vuelta A La Sangre
Pero hay más en la sangre que simple alimento, mucho más. Hay poder, hasta tal punto que algunos vampiros lo llaman vitae: "de vida". Aparte de sobrevivir, la sangre sirve también para otros. ¿La legendaria fuerza y velocidad de los vampiros? Un producto de la adecuada aplicación de la sangre. ¿La invulnerabilidad a las lesiones mortales? Otro trago del mismo pozo. Me han vaciado cargadores enteros en la barriga sin frenarme en absoluto. La sangre alimenta muchos de esos talentos "mágicos" que nos atribuyen; ya has visto uno. Y, por supuesto, puedo enviar sangre a mi piel para parecer, bueno, casi humano.
Evidentemente, hay un precio que debes pagar. Cuanto más sangre gasto en estos trucos de salón más rápido se agotan mis reservas. Cuanto más rápido vacío mi estomago más pronto tengo que alimentarme (y cazar) de nuevo.
¿Prefieres que acabe con el truco del calor? Estoy en deuda contigo. Es muy refrescante encontrarse con alguien joven y dispuesta a ver más allá de las apariencias, ¿No crees? ¿Hmmm? Querida, si tuvieras seis veces tu edad seguirías siendo una niña para mí. "Joven" es un término muy relativo.
Tsk. Tengo hambre. ¿Te importaría acompañarme a dar una vuelta? La otra opción es dejarte aquí como una prisionera, y preferiría no hacerlo. No dudo que intentarías inventar algo y escapar, y yo perdería las antigüedades que rompieses en el proceso. Tú, querida, eres reemplazable, pero mis posesiones no. Así de sencillo.

Las Mentiras
Me alegra mucho que decidieses venir después de todo. Es una suerte que tuviera algo apropiado para ti en el armario de la habitación de invitados. No, no es de una antigua victima, si eso es lo que te preocupa, pero cuando las mismas situaciones aparecen una y otra vez a lo largo de las décadas aprendes a estar preparado. ¿No pensarías que eras la primera mujer con la que paseaba desde mi Abrazo? Eres encantadora, querida, pero no dejes que se te suba a la cabeza.
Hace frío, ¿Verdad? Veo que miras mi aliento... sí, forma vapor. Es otro uso de la sangre, uno que me resulta bastante útil para ocultarme en presencia de cazadores de vampiros y otra gente desagradable. Te sorprendería saber cuántos de los míos han encontrado su fin con el paso de los años sólo porque olvidaron un pequeño detalle. De hecho, el diablo está en los detalles, y le encanta cebarse tanto en sus sirvientes putativos como en quienes se creen divinamente inspirados.
Por cierto, a este lobo le gusta mezclarse con el rebaño, sí.
Hmmm. Cazadores. Una gente muy antipática, llena de fuego y fanatismo en la misión que han asumido. Muchos de ellos ni siquiera se acercan a la posibilidad de destruir a alguno de mi especie; del resto, la amplia mayoría hace más mal que bien a su causa. Acaban con los débiles y estúpidos, dejando a los mejores vampiros, los más listos y fuertes. Muchos cazadores son autónomos y van por libre cuenta: chusma caótica que empuña estacas y escopetas mientras tropieza ciegamente por los jardines de la noche. Otros trabajan para agencias de tu gobierno, convencidos de que somos parte de alguna conspiración enemiga para acabar con el Modo de Vida Americano. Cretinos.
Los cazadores peligrosos están vinculados a la Iglesia Católica y a algo llamado la Sociedad de Leopoldo. No te dejes engañar: es la Inquisición bajo un disfraz moderno. Ellos, y otros como ellos, han descubierto de nosotros lo suficiente como para sacar conclusiones equivocadas. De acuerdo con el cazavampiros típico, somos malignos siervos de Satán, enviados a la Tierra para provocar la destrucción y servir a nuestro Amo Infernal.
Todo esto, a pesar de lo que pueda parecer, es pura merde. Ningún hombre, vampiro o demonio es mi amo; no sirvo a nadie más que a mí mismo. Los vampiros simplemente tenemos... apetitos y objetivos distintos a los que el Inquisidor medio considera normales. Bueno, me han dicho que ellos usan cilicios y se flagelan, lo que tampoco es precisamente muy normal.
Hay muchas medias verdades e ideas equivocadas, muchas de las cuales sirven a nuestros propósitos. ¿Ves esa iglesia? Te darás cuenta de que estoy in media crucis, justo en el lugar donde cae la sombra de la cruz, y no me hace nada. Ni ningún otro crucifijo, estrella de David o símbolo religioso, a menos que quien lo sujete tenga algo de fe por sí mismo. Esa clase de fe es bastante rara estos días, te lo aseguro. Nueve veces de cada diez puedes acercarte a un sacerdote (si te apetece), arrancarle la cruz de las manos y matarle mientras sigue preguntándole a Dios qué es lo que ha salido mal.
No digo que yo haya hecho algo así, por supuesto.
En cuanto a las otras paparruchas de las películas, lo mismo. ¿Ajo? Inútil. ¿Estacas? Sólo si te atraviesan el corazón. ¿Agua corriente? Me baño, gracias. ¿Luz solar? Eso duele, pero hace falta algo más que un rayo de luz para convertirte en ceniza. Con el fuego ocurre los mismo: te quema, pero hace falta más de un segundo para ello.
¿Estoy usando el "tú" en todos estos ejemplos? Lo siento. Hablaba sin pensar.
En cuanto al lugar al que nos dirigimos... bueno, vamos a un club nocturno. Más exactamente, a un bebedero donde se reúne el ganado, sin darse cuenta de que hay depredadores cerca. También verás a algunos de mi especie, miembros de distintas familias. No te asustes, no tienes nada que temer de ellos mientras permanezcas en mi compañía. No tengo intención de dejar que nadie te haga daño esta noche.

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