¿Paz?
Extracto de EDITORIAL PRENSA ASTURIANA, http://www.lne.es/ :
De todas las expectativas que pueda despertar el comunicado que ayer hizo público la organización terrorista ETA declarando un «alto el fuego permanente», ninguna debe ir más allá de la barrera de la prudencia. Todo hay que contemplarlo de momento desde ese lugar, en el que cabe albergar esperanza, pero no ser ingenuos ni ilusos. Se precipitan, por tanto, quienes creen que ya estamos con seguridad ante el fin del terrorismo. También, quienes, contagiados por el optimismo instantáneo, piensen que España ha dado ya solución a su cáncer más cruel y desgarrador de los últimos cuarenta años. Y yerran quienes se sientan tentados a creer, por el devenir político de los últimos meses, que cualquier paso adelante en la lucha contra los asesinos de ETA es fruto de tal o cual política, de tal o cual político, de éste o aquel partido. Hay mucho dolor llorado, mucho sufrimiento compartido y 851 muertos en la memoria, que merecen justicia y respeto, como para lanzar las campanas al vuelo. Si alguien ha ganado, es la democracia como sistema, porque no se ha doblegado ante el terror. Y es ahora el terror el que trata de disfrazar su rendición con una declaración altisonante en la que intenta dar a entender que trata de igual a igual a quien está infinitamente por encima de él en cualquier plano.
El comunicado de ayer de la banda terrorista ETA ha despertado lógicas esperanzas en la sociedad española. Son tales las ansias de poner fin a tantas muertes inocentes, a tan ominoso sistema de terror, que cualquier gesto alienta el optimismo. Pero toda cautela será poca. No estamos más que ante un punto de partida, un comienzo esperanzador, que debe reafirmar a la clase política española en una sola dirección, en un único mensaje: si todos los grupos, unidos, han llegado hasta aquí y han sido capaces, con la democracia como guía y la Constitución por instrumento, de poner a ETA contra las cuerdas hasta forzarla a anunciar ese eufemístico «alto el fuego permanente», juntos deben de ser capaces también de aprovechar la puerta que se abre para lograr el fin de la violencia.
[...]
Ayer fue un día sin duda importante, pero el gran día, aquél en el que el terror y la indignidad desaparezcan de España, aún no ha llegado. Todos debemos esforzarnos para que lo haga cuanto antes.
De todas las expectativas que pueda despertar el comunicado que ayer hizo público la organización terrorista ETA declarando un «alto el fuego permanente», ninguna debe ir más allá de la barrera de la prudencia. Todo hay que contemplarlo de momento desde ese lugar, en el que cabe albergar esperanza, pero no ser ingenuos ni ilusos. Se precipitan, por tanto, quienes creen que ya estamos con seguridad ante el fin del terrorismo. También, quienes, contagiados por el optimismo instantáneo, piensen que España ha dado ya solución a su cáncer más cruel y desgarrador de los últimos cuarenta años. Y yerran quienes se sientan tentados a creer, por el devenir político de los últimos meses, que cualquier paso adelante en la lucha contra los asesinos de ETA es fruto de tal o cual política, de tal o cual político, de éste o aquel partido. Hay mucho dolor llorado, mucho sufrimiento compartido y 851 muertos en la memoria, que merecen justicia y respeto, como para lanzar las campanas al vuelo. Si alguien ha ganado, es la democracia como sistema, porque no se ha doblegado ante el terror. Y es ahora el terror el que trata de disfrazar su rendición con una declaración altisonante en la que intenta dar a entender que trata de igual a igual a quien está infinitamente por encima de él en cualquier plano.
El comunicado de ayer de la banda terrorista ETA ha despertado lógicas esperanzas en la sociedad española. Son tales las ansias de poner fin a tantas muertes inocentes, a tan ominoso sistema de terror, que cualquier gesto alienta el optimismo. Pero toda cautela será poca. No estamos más que ante un punto de partida, un comienzo esperanzador, que debe reafirmar a la clase política española en una sola dirección, en un único mensaje: si todos los grupos, unidos, han llegado hasta aquí y han sido capaces, con la democracia como guía y la Constitución por instrumento, de poner a ETA contra las cuerdas hasta forzarla a anunciar ese eufemístico «alto el fuego permanente», juntos deben de ser capaces también de aprovechar la puerta que se abre para lograr el fin de la violencia.
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Ayer fue un día sin duda importante, pero el gran día, aquél en el que el terror y la indignidad desaparezcan de España, aún no ha llegado. Todos debemos esforzarnos para que lo haga cuanto antes.
Isidoro Nicieza
Etiquetas: opiniones
2 Pensamientos:
"No alcanzaremos la victoria por la fuerza de las armas"
Y tanto que teníamos que ser prudentes...tu lo habías dicho...
Besos.
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