martes, agosto 29, 2006

La Sombra del Hegemón

"Y si alguna vez se volvía verdaderamente molesto, Bean podría marcharse por su cuenta. Nunca se lo diría a sor Carlotta, porque eso sólo la preocuparía. Además ya debía de saberlo. Tenía los datos de todos sus test. Y esos test habían sido diseñados para contarlo todo sobre una persona. Vaya, probablemente ella lo conocía mejor de lo que él se conocía a sí mismo.

Naturalmente, él ya sabía eso cuando hizo los test, así que apenas hubo una sola respuesta sincera en ningúna de las pruebas psicológicas. Cuando las hizo ya sabía suficiente psicología para saber exactamente qué respuestas eran necesarias para mostrar el perfil que lo llevaría a la Escuela de Batalla. Así que en realidad ella no lo conocía por aquellos test en absoluto.

Pero claro, él no tenía ni idea de cuáles tendrían que haber sido sus respuestas de verdad, ni entonces ni ahora. Así que tampoco se conocía mucho mejor a sí mismo.

Y como ella lo había observado, y era sabia a su modo, probablemente sí que lo conocía.

Qué risa. Pensar que un ser humano podía conocer de verdad a otro. Te podías acostumbrar al otro, habituarte tanto que podías decir sus palabras al mismo tiempo, pero nunca sabías por qué las demás personas decían lo que decían o hacían lo que hacían, porque ellos mismos no lo sabían nunca. Nadie comprende a nadie.

Y sin embargo de algún modo vivimos juntos, casi siempre en paz, y hacemos cosas con un promedio de éxito lo bastante alto para que la gente siga intentándolo. Los seres humanos se casan y un montón de matrimonios salen bien, y tienen hijos y la mayoría de ellos crece para convertirse en personas decentes, y tienen colegios y negocios y fábricas y granjas con resultados aceptables... todo ello sin sospechar siquiera lo que pasa por la cabeza de nadie.

Chapotear, eso es lo que hacen los seres humanos.
Ésa era la parte de ser humano que más odiaba Bean."

Extraído de "La Sombra del Hegemón"
Orson Scott Card

No hay comentarios:

Publicar un comentario