-No, no sólo al amor. Estoy hablando del ciclo de la vida. Estoy hablando de encontrar a una criatura extraña y decidir casarte con ella y quedarte con ella para siempre, no importa que os gustéis o no dentro de unos pocos años. ¿Y por qué harás todo eso? Para tener hijos juntos, tratar de mantenerlos vivos y enseñarles lo que necesitan saber para que un día ellos tengan hijos, y mantengan el movimiento en marcha. Y nunca trazarás una línea de seguridad hasta que tengas nietos, un buen puñado de ellos, porque así sabrás que tu linaje no se perderá, que tu linaje continuará. Egoísta, ¿verdad? Pero no es egoísmo, ése es el propósito de la vida. Es lo único que produce felicidad. Todas las otras cosas (victorias, logros, honores, causas) sólo conceden destellos momentáneos de placer. Pero unirte a otra persona y a los hijos que tienes con ella, eso es la vida. Y no puedes hacerlo si tu vida está centrada en tus ambiciones. Nunca serás feliz. Nunca tendrás suficiente, aunque gobiernes el mundo.
-¿Me lo está diciendo a mí? ¿O se lo está diciendo a Peter?
-Te estoy diciendo lo que quiero de verdad para Peter -replicó la señora Wiggin-. Pero si eres la décima parte de listo de lo que supones, te aplicarás el cuento, de lo contrario nunca conocerás la verdadera alegría de esta vida.
-Disculpe si me estoy perdiendo algo, pero por lo que veo, casarse y tener hijos no le ha producido a usted más que penas. Ha perdido a Ender, ha perdido a Valentine, y se pasa la vida fastidiada por Peter o preocupada por él.
-Así es -asintió ella-. Ahora lo vas entendiendo.
-¿Y dónde está la alegría? Eso es lo que no comprendo.
-La pena es alegría. Tengo a alguien por quién sufrir. ¿A quién tienes tú?
La intensidad de la conversación era tal que Bean no tenía ninguna barrera preparada para bloquear la fuerza de aquellas palabras, que sacudieron algo en su interior. Todos los recuerdos de la gente que había amado... a pesar del hecho de que se negaba a querer a nadie. Poke. Nikolai. Sor Carlotta. Ender. Sus padres, cuando por fin los conoció.
-Tengo alguien por quien sufrir.
-Eso crees tú -dijo la señora Wiggin-. Todo el mundo lo cree, hasta que aceptan a un niño en su corazón. Sólo entonces sabrás lo que es ser rehén del amor, que la vida de otra persona importe más que la tuya propia."
Extraído de "La Sombra del Hegemón"
Orson Scott Card
No solo la felicidad la dán los hijos...yo creo que es una utopía que nos vende la sociedad, porque sin la familia, ésta no existiría, y por tanto nos tienen que "vender" que los hijos dan la felicidad, pero no creo que sea así...de hecho dán mas preocupaciones que alegrías...y algunos padres no están preparados para ello. Por tanto la felicidad está en uno mismo, en su interior, en como se desarrolle como persona, en como se relacione con los demás, y como se encuentre en paz consigo mismo...eso es indudable...lo demás vendrá solo...pero esos requisitos son imprescindibles, solo hay que saber ponerlos en marcha.
ResponderEliminarBesos.